martes, 30 de septiembre de 2008

TESTIMONIO DE UN SODAMANÍACO DEPRESIVO

Soda Stereo, algo muy personal
Después de tanto esperar, el grupo argentino dejó huellas imborrables en las almas de todos sus seguidores


Texto de Joel Córdova Rojas



Diciembre 9, domingo. Salí muy temprano en busca de la mejor ubicación. Fui solo, sin compañía. ¿Locura?, no lo creo. ¿Fanatismo exagerado?, tampoco. Fue simplemente darse un gusto y desempolvar viejos recuerdos en soledad, como es mejor. Pero no fui el único.

Ahí estábamos. Esperando verlos desde hacía tanto tiempo (por primera -como yo- por segunda o tercera vez -como algunos-), subidos sobre un escenario tocando con el estilo de siempre, con ese que los hizo recorrer todo Sudamérica y escribir su nombre con un solo de guitarra en los corazones de tantos jóvenes que, necesitados de satisfacer el habitual vacío interior, los esperaban encontrar en una de las tantas casualidades de la vida.
Soda Stereo, señores. Sí, ese trío formado por Gustavo Cerati, Zeta Bossio y Charly Alberti que en la década del ochenta hicieron vibrar a toda una generación de jóvenes que buscaba zafarse de la realidad plagada de coches-bomba, manifiestos terroristas, inflaciones e hipocresía.
Todo está claro en mi cabeza, como si hubiese sido hace un instante: eran cerca de las nueve de la noche, y en las pantallas se escuchaba la canción que Soda hiciera como tributo a Queen (ninguna estrella nueva te guiara por mí, si piensas volver... algún día) luego todo se oscureció, y empezaron a sonar pequeños rasgueos… Entonces se hizo la euforia, se inició la fiesta, se encendieron las luces y apareció Cerati y los acordes de juegos de seducción empezaban a meterse por nuestros oídos y transportarnos fuera de la realidad. Todos unidos, a una sola voz empezamos a cantar: Voy a ser tu mayordomo y gozarás el rol de señora bien, o puedo ser tu violador… Atrás, dos señoras de aproximadamente 37 años bailaban como universitarias, adelante un señor venido desde Pisco sólo para el concierto (y con algunos tragos en la cabeza) saltaba y nos contagiaba. Era una fiesta, y la edad quedó de lado: personas que promediaban los cuarenta, junto a muchachos de 20 e inclusive adolescentes de 16. Todos juntos, como si fuéramos una misma generación. Y es que la música es así, la de verdad, esa que nace para quedarse en el tiempo, no es una moda, no es un momento, es la que en cualquier ubicación cronológica cualquier persona la puede sentir en su pecho.
Esta historia comenzó en el año 1982, mientras Gustavo y Zeta hacían intentos de formar una banda con temas propios, y por esos azares que a veces solemos llamar destino, conocieron a Charly cuando éste llamó a la casa de Cerati preguntando por María Laura Cerati, hermana de Gustavo. Entonces, ¡oh, Aleluya! Sucedió, se conocieron, hablaron de música, de ideas, de planes y de ese modo nació Soda Stereo. Aunque en un primer momento se llamaron Los Estereotipos, debido a una canción que les apasionaba a los tres y que utilizaron unos meses. Luego surgieron los nombres "Soda" y "Estéreo", dando como resultado Soda Stereo, y manteniendo así parcialmente el nombre inicial.
Luego vinieron los discos: El primero, Soda Stereo (1984), grabado en un estudio casi obsoleto que traía canciones, entre otras, como “Te hacen falta vitaminas”, “¿Por qué no puedo ser del jet set?”, “Telekinesis” y “Sobredosis de TV”, que hace denuncia a la dependencia enferma que estaba provocando ese aparato (que continúa hasta hoy) convirtiéndonos en máquinas.
El segundo disco, Nada Personal (1985), fue presentado en 1986; con este disco Soda hizo primera gira nacional, e inició también la primera gira internacional, con la que empieza la conquista de América. Canciones memorables de este disco son “Juegos de Seducción”, “Danza Rota”, “Cuando pase el temblor”, “Imágenes Retro” (sí, Telarañas, sueño con telarañas) y la que le da el nombre al disco: “Nada Personal”, canción que menciona la paradoja de que pese a estar en la era de la comunicación, cada vez nos sentimos menos comunicados, debido a que la información se ha trivializado.
En medio del quinquenio 1985-1990, mientras conquistaban América, lanzaron su tercer disco: Signos (1986), que les daría más impulso en el recorrido a la cumbre del rock latinoamericano. Este disco, lanzado en plena gira, consta de ocho canciones y cada una es un temón, por no decir otra cosa: “No existes”, “Prófugos”, “El rito”, “Persiana Americana”, “En camino”, “Signos” y “Caja Negra”, sin duda con estas canciones derribaban fácilmente dificultades y se conquistaban hasta a los marcianos.
La consagración del grupo llegó con su quinto disco: Canción Animal (1990). Considerado generalizadamente como uno de los mejores de la historia del rock latino. Allí se encuentra también la canción más conocida: "De música ligera", además de otros clásicos de la banda como "Canción animal", "Un millón de años luz", "Entre caníbales" y "Té para tres". En este disco está la que yo considero la canción más completa de Soda, tanto en letras como en sonido: “Hombre al agua”.

Gracias Totales
El 21 de Diciembre de 1991 tocaron en la avenida 9 de julio de Buenos Aires frente a 250 mil personas (otros dicen un millón, tal vez no exageren). Después vino Dynamo (1992) empezando con la experimentación, dicen que es Canción Animal pero bajo agua, o algo así. Luego lanzaron Sueño Stereo (1995), pero ya el grupo no estaba tan unido como en un principio. Se notó un cansancio en ellos. En 1997 anunciaron su separación, brindando la última gira. Y el 20 de septiembre, en el estadio River Plate, al final del show, cuando se escuchaba el sonido de la guitarra y el repicar de los platillos, Cerati daba su frase de despedida, el público quería detenerse en el tiempo y quedarse ahí para siempre… hasta que se escuchó: GRACIAS… TOTALES y fue un final de ensueño, onírico. Todos sintieron que perdían algo, en el pecho se les mezclaba la alegría por ese viaje maravilloso y la tristeza de habérseles acabo, algo así como terminar con una chica con quien todo fue felicidad, pero de repente todo acaba de un solo porrazo.
Han pasado diez años desde aquel momento colindante con lo divino, y así por así decidieron volver. Dicen por dinero, dicen porque sentían la necesidad de hacerlo, al final ¿qué importa? Seamos sinceros: ellos volvieron, (la gira llevó por nombre “Me Verás Volver”) nos brindaron una alegría tan inmensa que el corazón (o el cerebro) quedaba chico para tamaño sentimiento. Y quisimos que durara toda la noche, toda la vida. Adolescentes, jóvenes, adultos, padres, hijos, buscando lo mismo: ser profanadores y desafiar al tiempo, olvidarse que ahí afuera estaba la ciudad de la furia con sus políticos, delincuentes y problemas existenciales y ridículos… Ahora que lo siento mejor, ¿creo haber dicho que asistí solo?, error, falso: asistí con 50 mil personas, todos como hermanos, como compañeros de un mismo camino.
Soda Stereo regresó (yo estuve ahí para presenciarlo con el alma) nos recordó que los hombres alados prefieren la noche y extrañan la tierra, nos recordó que hay que esperar algunas veces y, por sobre todo que, somos cómplices (los dos) y que siempre seremos PRÓFUGOS. Palabras no existen para describir todo lo demás que hay en mi corazón, lo siento. Soda no se va!, Soda no se va! Olé, Olé, Olé, Olé: Soda, Soda.

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